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El día que Queen y Kiss lloraron juntos

El mismo día en que los fans de Queen lloraban la muerte de Freddie Mercury, sus rivales locales de antaño, los seguidores de Kiss, también vivían una jornada de duelo por la pérdida de Eric Carr, el segundo baterista de la banda neoyorkina.

Aunque con menos atención mediática que la cara visible de Queen, el baterista también murió ese 24 de noviembre de 1991, a los 41 años, por un cáncer de corazón.

Como una paradoja del destino, los dos bandos antagónicos que a fines de los `70 eran capaces de trenzarse en acaloradas discusiones y que reeditaban de alguna manera otras famosas dicotomías -Almendra-Manal, Beatles-Stones, etc- se unieron en lágrimas por sus respectivos ídolos.

Es que el público rockero seguramente recordará como en lo que fueron los primeros programas que emitían videoclips, como el caso de “Música prohibida para mayores” o “Implosión”, de Juan Alberto Badía, se incentivaba la rivalidad local entre Kiss y Queen.

En tal sentido, el primer grupo se identificaba con un rock más directo, más agresivo, más visceral; en tanto que el segundo sector enrolaba a los que se pretendían dueños de un gusto más refinado y de una mayor sensibilidad.

Más allá de esto, si bien es cierto que la muerte de Mercury acaparó los titulares de los diarios y causó conmoción en amplios sectores, los fans de Kiss también le reservaban a Eric Carr un lugar preponderante.

Sobre Eric Carr

Aunque no era un miembro original, el baterista tuvo a su cargo la difícil tarea de reemplazar a principio de los `80 a Peter Criss, el músico que se maquillaba como un gato; además de tener que transitar los años más difíciles del grupo.

Pero un poco por su potente estilo rockero y, otro tanto, por su bonhomía, el baterista logró ganarse el cariño de los fans.

“Eric Carr vino a tapar el hueco que dejó Peter Criss y la mayoría de los fanáticos lo aceptamos, primero de manera escéptica, pero luego muy bien”, señaló a Télam Richard Abances, el músico que encarna a Gene Simmons en la banda tributo Kiss My Ass.

“Eric Carr vino a tapar el hueco que dejó Peter Criss y la mayoría de los fanáticos lo aceptamos, primero de manera escéptica, pero luego muy bien”
Richard Abances

Por su parte, el cantante de Queendom Diego Dil atribuyó esta rivalidad “a algo que es muy del folclore argentino, como ocurre con Redondos y Soda”, pero entendió que no tuvo repercusión en el plano internacional.

En similar sentido se manifestó Mariano Zito, de Experiencia Queen, quien opinó que “al ser muy distinto el material que ofrecía desde lo teatral y desde lo musical cada banda, se hacía muy difícil de comparar o tomar partido”.

“La rivalidad por sí misma tiene que ver cuando hay dos factores muy grandes, dos cosas muy poderosas, entonces la gente que está muy polarizada con una, suele atacar a la otra, pero no fue más que eso”, arriesgó.

La realidad es que “la gran grieta rockera” que sobrevoló a los seguidores locales de fines de los `70 pareció zanjarse con los años y encontró su redención final cuando el 24 de noviembre de 1991 se vertieron lágrimas desde ambos lados.