En su habitual columna de los viernes, este agudo observador de la vida cotidiana posó su mirada (más bien sus oídos) en los nombres que las familias les asignan a los perros y los apelativos de las personas, en una confusión que lo hizo salir de su característica parsimonia.
Casimiro González recordó, en el programa Entrando en Órbita, los tiempos en que los perros eran llamados “chichos” y otros similares y no Felipe o Matías.
En otra parte de su reflexión, Casimiro también reparó en los nombres que se escuchan en las personas desde un tiempo a esta parte, que denotan cierta predilección sobre algún personaje conocido o su inclinación a la utilización de nombres extranjeros a la hora de que los padres debían anotar a sus hijos (personas).
No dejes de regocijarte con el pensamiento profundo de Casimiro González, en radio Halley:
