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30 años de El amor después del amor, el disco más vendido de la historia del rock argentino

2033 días pasaron entre el 7 de noviembre de 1986 y el 1 de junio de 1992. Cinco años y casi siete meses entre la jornada más triste en la vida de Fito Páez y una de sus más felices. En la primera fecha mencionada, se fueron de este mundo dos de las personas más importantes para el músico: su abuela y su tía abuela, quienes lo criaron con mucho amor tras el fallecimiento prematuro de su madre cuando apenas tenía ocho meses. Sin embargo, no se fueron por causas naturales, ni por un accidente. Murieron de la manera más cruel cuando dos personas entraron a su casa y las mataron a sangre fría.

Llegó la muerte un día y arrasó con todo,

todo, todo, todo un vendaval,

y fue un fuerte vendaval…

(“Tumbas de la gloria”)

“Eran su familia directa en el momento de los asesinatos, las únicas que quedaban. Porque Fito creció con ellas y con su papá, Rodolfo, en la misma casa de la calle Balcarce donde ocurrieron los crímenes. Margarita, la mamá de Fito, murió en noviembre de 1963, cuando Fito tenía ocho meses. El resto de la familia de Fito estaba conformada por sus tíos y sus primos que vivían en Villa Constitución, a pocos kilómetros de Rosario. Eran muy cercanos pero el núcleo familiar de Fito era el de la casa: Rodolfo, Belia y Pepa”

Y siguió: “Cuando ocurren los crímenes Fito estaba en Río de Janeiro. Venía en una carrera ascendente a nivel musical y popular. Había llenado el Luna Park, su último disco era Giros, que tenía temas como ‘11 y 6′ o ‘Yo vengo a ofrecer mi corazón’. Acababa de grabar La la la junto a Luis Alberto Spinetta y todos los medios lo consideraban un genio que no tenía techo. Los crímenes fueron un mazazo que interrumpieron, de alguna manera, ese camino”.

Fueron cinco años muy difíciles para Páez, quien después de los asesinatos se volvió casi anticomercial, se mostraba ante la prensa irónico, escéptico y desesperanzado. Ese proceso no se agotó con el disco Ciudad de pobres corazones. Ey!, el álbum que publicó en 1988, es todavía más sombrío, sólo que tiene ya rasgos posteriores a la furia inicial de Ciudad, relata Anzaldi, quien agrega: “Tiene humor negro, dejadez espiritual, y tristeza asimilada y convertida en bloques hundidos en lo más profundo de su ánimo”.

“Ya para 1990 Fito no tenía plata, se quería ir del país, la discográfica no le renovó el contrato. Pudo salir gracias a la música, a sus amigos y al amor. Grabó Tercer Mundo porque le prestaron el estudio y los músicos tocaron gratis. A los pocos meses conoció a Cecilia Roth. Ahí empezó a apagarse la angustia que arrastraba”, subrayó el escritor.

El amor después del amor

Decir que con El amor después del amor, lanzado el 1 de junio de 1992, hubo un antes y un después en el rock argentino no suena exagerado. Su pronto éxito, sus temas sonando todo el día en las radios y el más de millón de copias vendidas -apenas salió al mercado arrasó con 700.000- son datos que hablan por sí solos. Pero, ¿Cómo se gestó esta obra? ¿Quién fue la musa inspiradora?

Ya habrá lugar para responder esas preguntas. Primero proponemos situamos en 1992 para observar qué estaban haciendo los artistas consagrados de la escena local.

Charly García venía de grabar Filosofía barata y zapatos de goma, que salió al mercado en 1990; Luis Alberto Spinetta había presentado Peluson of milk, editado en 1991; Andrés Calamaro -junto con Los Rodríguez- también en 1991 había lanzado Buena Suerte y en 1992 publicaría Disco Pirata; Gustavo Cerati -con Soda Stereo- se preparaba para editar Dynamo, el disco más experimental de la banda, pero también en ese 1992 -en marzo- había publicado Colores Santos con su amigo Daniel Melero; y el Indio Solari -con Los Redonditos de Ricota- venía de presentar La mosca y la sopa en 1991.

Muchos se preguntarán por qué en esta rápida recorrida no vemos el nombre de Fito Páez. Esto se debe a que el rosarino, si bien ya era un músico reconocido y gozaba de cierta popularidad, todavía no formaba parte del “selecto grupo” de artistas del rock argentino, cetro que iba a conseguir con El amor después del amor.

Un disco de récords

De acuerdo con los datos recogidos por el periodista Marcelo Fernández Bitar, volcados en su libro 50 años de rock en Argentina, la placa de Páez agotó 30.000 copias en dos días y 20.000 más en una semana. Fito llenó diez veces el teatro Gran Rex y, a fin de año, llevaba vendidas 175.000 unidades. Números impresionantes para la época, y para después también…

A mediados de la gira de 1993 se le entregó el cuádruple disco de platino y la Asociación de Cronistas del Espectáculo (ACE) lo premió en tres categorías: mejor video clip, mejor canción de rock (por “Tumbas de la gloria”) y mejor disco solista de rock.

A lo largo de todo el ‘93 realizó 120 shows, incluidos dos en el estadio de Vélez, donde los días 24 y 25 de abril casi 85.000 personas pagaron sus entradas para presenciar los recitales.

En diciembre convocó nuevamente a un concierto en Vélez, pero en esa oportunidad a beneficio de UNICEF, dejando más de medio millón de dólares para ese organismo.

El amor después del amor se transformó en el disco más vendido de la historia del rock nacional al superar el millón de copias en los años posteriores a su lanzamiento. Ningún artista o banda logró tanto. Ahora sí, empecemos a indagar qué tiene de especial esta obra.

La musa

Fito Páez conoció personalmente a Cecilia Roth en 1991 aunque ella ya lo había impactado casi una década atrás. La primera vez que vio a la actriz fue en 1983, cuando -sentado en una butaca de un cine- observó el film “Laberinto de pasiones”, dirigido por Pedro Almodóvar. En ese momento Roth vivía en España y para Fito era un amor platónico.

Pero en 1991 ese romance imposible ya no estaba tan lejos de concretarse. Al menos, la distancia entre ambos ya era mucho menor. Ella se encontraba en Buenos Aires, donde había regresado para recuperarse de una hepatitis, pero con intenciones de volver pronto a España. Sin embargo, tras empezar a verse con Fito, cambiaría de opinión.

El primer encuentro se dio en una fiesta de disfraces en Punta del Este, donde él le dijo una frase que recordarían a lo largo de los años: “¿Nena, me servís vino?”. Ella estaba casada y, al comienzo, se mostró reticente por ese motivo. Sin embargo, se enamoró del cantante y pronto comenzaron a salir.

¿Qué tiene que ver todo esto con El amor después del amor? Bueno, mucho. Por ejemplo, “Un vestido y un amor” fue un tema que Fito compuso en el departamento de Cecilia. “Esta canción surgió una noche, yo no tenía ni 30 años. Terminé en la casa de una mujer que nunca pensé que me fuera a dar bola. Era la mañana y ella quería que me fuera”, contaría Páez en el Planetario en 2012, en un concierto en el que celebró los 20 años del disco. Él no quería irse. Encendió un cigarrillo, se sentó en el piano del hermano de ella y se puso a componer esa canción.

Te vi, juntabas margaritas del mantel…

Ya sé que te trate bastante mal,

no sé si eras un ángel o un rubí,

O simplemente te vi…

(”Un vestido y un amor”)

Y lo mismo con otras composiciones. En realidad, con el disco entero, que tiene un guiño permanente a su musa inspiradora. “Conocí a una mujer maravillosa que me cambió la vida. Se llama Cecilia Roth. Como yo no hago los discos aparte de mi vida, quedó todo el colorido de esta relación en mi último LP”, narraba Fito cuando la placa salía a la venta.

El rosarino compuso los 14 temas del álbum, uno de ellos -”La rueda mágica”- junto con Charly García; e hizo la voz, el piano, las guitarras y los teclados en todas las canciones. Tweety González se encargó de la programación y el órgano, Ulises Butrón de las guitarras, Guillermo Vadalá de los bajos, y Daniel Colombres de la batería.

También desfilaron músicos invitados de primerísimo nivel, como Luis Alberto Spinetta, Andrés Calamaro, Mercedes Sosa, Fabiana Cantilo y Celeste Carballo, quienes -junto a otros- dejaron sus huellas en el disco más exitoso del rock argentino.

El amor después del amor marcó la consagración de Fito Páez no sólo a nivel local, sino también continental. El título del álbum -cuya primera canción lleva el mismo nombre- es una alusión a la ruptura de su antigua relación sentimental -Fabiana Cantilo- y al inicio de su vínculo con Cecilia Roth.

“Sabés qué pasa, que cuando uno hace las cosas no sabe lo que está haciendo en algunos sentidos. Yo no sabía que se iba a transformar en el álbum en el que se transformó. Tuve la suerte de hacerlo, tuve el placer de parirlo”