Black Pumas es el resultado de la unión de dos músicos que encontraron en el otro el complemento que buscaban. Burton, quien se formó como cantante en la iglesia y en producciones de comedia musical, se había mudado de Los Ángeles a Austin en 2017 y desde hacía un año tocaba en la esquina de las calles 6 y Congress. Un día recibió un mensaje de Adrian Quesada, un guitarrista y productor local de ascendencia mexicana que ya contaba con una larga trayectoria en la industria y un Grammy obtenido con su antigua banda, Grupo Fantasma. Quesada consiguió al vocalista que precisaba para su nuevo proyecto y Burton a un colaborador experimentado para elevar sus composiciones. En 2019 publicaron su álbum debut homónimo, que fue aclamado por la crítica y se convirtió en un éxito inmediato.
¿Por qué creés que el público conectó tanto y tan rápido con su música?
–Creo que reaccionaron de esa forma principalmente por los sonidos. Adrian tenía grabados varios temas instrumentales -me debe haber enviado entre 17 y 20 pistas- que compuso para que pudieran sostenerse sin letra, pero siendo cantautor yo quería encapsular la estética que él había aportado y elevarla con voces que encajaran bien. Yo estaba cantando de manera suave, en un estilo neo-soul con bastante folk, solo con mi guitarra. Entonces tuve que volver a investigar a cantantes de soul con voces más punzantes como Otis Redding y Marvin Gaye, para hacer un buen trabajo, para conectarme con el sonido tal como era, como provenía de Adrian.
–¿Cómo nacieron “Colors” y “Black Moon Rising”? Sé que escribiste la primera en Nuevo México y la segunda habla de un eclipse.
–“Black Moon Rising” es uno de esos temas que compuso Adrian antes de que yo me sumara al proyecto. Empezó en 2017 el día del eclipse solar. Yo tomé la idea y la integré a otras, como las relaciones, buscar una relación misteriosa con una mujer, entre otras, para disfrutar el intercambio de la metáfora de la luna negra ascendiendo y cubriendo el sol. Escribí “Colors” hace como 12 años, en el techo de la casa de mi tío, saliendo de cantar en una iglesia presbiteriana. Estaba en un lugar en que intentaba encontrar mi verdadera identidad, y no la estaba encontrando necesariamente en los himnos cristianos. Entonces “Colors” fue como mi propio himno moderno, de alguna forma.
–Tocaron “Colors” para la asunción de Joe Biden, ¿cómo fue esa experiencia?
–Fue impresionante. Nos llegó la confirmación unos días antes. Todo Austin se activó y pudimos grabar en el legendario Moody Theater. Quisimos ayudar a construir esa nueva sensación de optimismo y eso hicimos con “Colors”. Es increíble, porque de alguna manera es una canción que representa perfectamente dónde estamos como nación y como mundo con las conversaciones que estamos teniendo.
¿Cuál es el vínculo para vos?
–Primero no lo vi. Tampoco lo pedí. Cuando escribí la canción no estaba pensando en el racismo o en las injusticias sociales, esos temas que ahora conforman una conversación gigantesca. Me hacían entrevistas y me decían: “¡Tu canción habla de esto! Así la vemos nosotros”. Yo solo estaba tratando de encontrarme a mí mismo, de conectarme con Dios, el universo y todos esos colores, contemplando el atardecer mágico que se ve en Nuevo México. Nunca pensé que estaríamos donde estamos ahora, necesitando una canción que hable de lo que nos sucede como sociedad.
–¿Te molestó que lo vieran así o lo apreciaste?
–Un poco de ambas. Me molestó al principio porque yo tengo mi propia historia, pero la gente tiene muchas ganas de hablar de[l movimiento] Black Lives Matter y de las injusticias sociales. Así que me siento honrado, pero al mismo tiempo también quiero que me conozcan como ser humano, no solo como un hombre negro, y que entiendan de dónde proviene mi música. Me hizo falta un poco de paciencia y humildad para poder decir: “Wow, OK. Escribí esta canción hace 10-12 años y ya no me pertenece más en realidad”.