Pekín está llevando a cabo un plan gigantesco para transformar una de sus regiones más desérticas en un oasis urbano, el cual podría ser su segunda capital, con capacidad para albergar a 200 millones de habitantes.
“La construcción de dos rascacielos, de casi 100 km de largo, con terminación en el Mar Rojo. Algo similar va a ocurrir con China”, cuenta Ignacio Rintoul, investigador del CONICET, respecto a “The Line”, una ecociudad proyectada por el gobierno de Arabia Saudita.
“La ciudad que plantea China quiere albergar a 200 millones de habitantes. Sun Yat-Sen es el mentor de esta ciudad. Para ello está construyendo un acueducto de mil kilómetros de largo” explica el doctor.
Por el momento, el gobierno chino está construyendo una serie de embalses y largos conductos acuíferos subterráneos, que almacenan el agua del deshielo y las inundaciones, para transportarlos al desierto y hacerlo habitable.
La idea de esta segunda capital no es nueva. En 1918, Sun Yat-Sen, uno de los fundadores de la China moderna, propuso establecer la capital de la nación en Yili. La idea era transformar la ciudad en un centro político mundial, aprovechando que Yili se encuentra en el corazón de Eurasia, a la misma distancia de Kiev que de Shanghái.
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