Celeste Fontana, parte integral de la empresa dedicada a la producción de snacks, resume de manera simple pero elocuente su esencia: “Julicroc es lo más, una familia hermosa que está creciendo todo el tiempo”.
La historia de Julicroc se remonta a 1987, en un pequeño pueblo de Entre Ríos, donde inicialmente se dedicaban a la venta de galletitas dulces y saladas. Sin embargo, lo que comenzó como un modesto emprendimiento local rápidamente tomó impulso y creció a pasos agigantados. “En ese momento no se pensaba que llegaríamos a donde estamos hoy”, cuenta Celeste.
Una de las grandes innovaciones de Julicroc llegó en 2014, cuando incursionaron en el mercado de productos celíacos. Esta decisión no solo marcó un hito en la empresa, sino que también abrió nuevas puertas en un nicho hasta entonces poco explorado. “Fue un gran desafío”, admite Celeste, “tuvimos que volver a plantar cimientos, con un nuevo espacio de trabajo y más personal”.
Hoy en día, Julicroc ofrece una impresionante variedad de productos que incluyen papas fritas, chizitos, maní y otros snacks. Con ventas que abarcan a Argentina y llegan incluso a Uruguay, la empresa ha logrado establecerse como un referente en la industria, manteniendo siempre su esencia familiar y su compromiso con la calidad.
Conversamos con Cele, quien junto a Leandro Sendra, reveló los detalles de la magia detrás de Julicroc: